30 may 2011

CONCIENCIA ETICA E IMAGINACION POLITICA

¿Qué pasa en Latinoamérica con nuestros intelectuales y artistas?

“Tener un alto sentido de la responsabilidad
no significa practicar la autocensura sistemáticamente.”
Roberto Matta Echauren


No me cansaré de abogar por la necesidad espiritual y política de un arte responsable con su ecosistema, su comunidad, con la vida toda, de este modo me sumo y suscribo a las reflexiones más lúcidas de pensadores y artistas que profusamente han tratado el tema.
La memoria política de intelectuales y artistas latinoamericanos de la generación del 60/70 y parte de los 80, revela cómo vivimos encendidos en la llama de una conciencia ética y cómo, cuando las llamadas “vanguardias artísticas” de ese entonces apartaron lo ético de sus revoluciones estéticas, se quedaron solo en lo cosmético de los cambios. Surgió entonces el tan debatido tema del “compromiso del artista” o lo que se llamó “un arte comprometido” en oposición al llamado “arte por el arte”, debate que contó con múltiples publicaciones, algunas no tan afortunadas por su carácter manualesco y lo reduccionista de la argumentación, que puso como ejemplos en los extremos del debate a Jorge Luis Borges por un lado y Pablo Neruda por el otro, naturalmente respaldados por los partidos de la derecha y la izquierda tradicional del cono sur.

Siempre pensé que reflexionar sobre este tema era fácil, pero la experiencia me indica que éstas ideas tienen un entramado y minado camino que despejar.
Los creadores en ocasiones nos ponemos “cataplasmas” superpuestas sobre nuestra percepción. A la sombra del poder no logramos decodificar los mensajes, las revelaciones de nuestro tiempo, coleccionamos sueños sin darnos cuenta cuando ellos ya están rotos.

Los artistas hemos sido incapaces de ver cuánto daño nos hace el ser convidados de piedra en las mansiones de los dueños de las ciudades y de las naciones, nos aturdimos con hologramas, espejismos y escapismos de las palabras en el doble discurso de la crítica promocional-comercial.

Fui parte de una generación de artistas pensantes que marchábamos al grito de “el pueblo unido jamás será vencido”, vi como muchos de ellos progresaban y se hacían exitosos al amparo de un izquierdismo solidario y dependiente del hoy desmantelado hermano mayor, la Unión Soviética. Hoy vemos a la mayoría de ellos, como tristes “burros televisivos” , avanzaron desde un izquierdismo sin convicciones a una derecha capitalista salvaje, sin sacrificar al menos en público, su credibilidad.

Creo que en esos años los artistas teníamos esas conciencias políticas públicas escribiendo, pintando, cantando, marchando contra las guerras imperialistas en Vietnam, Cuba, o contra la represión neo-colonial , a favor de la paz, derechos humanos, y en contra la represión ,torturas, persecución de emigrantes, minorías étnicas, etc. Hoy los encontramos, lavándose las manos, blanqueándose en la acción encubierta del “gatopardismo” y por otro lado, conformes con la intervención armada en Irak, avalando futuras acciones en Siria o Corea del Norte y por que no, en Latinoamérica, son los mismos que aplaudieron por supuesto, los misiles a Afganistán y Libia. Para muchos de ellos la Cuba que defendían hoy está en Miami y el Plan Colombia les parece magnífico.

A ellos, siempre que puedo, les pregunto ¿cuáles han sido los cambios y logros que hacia una independencia económica y calidad de vida que desde los años 60 han ocurrido? ¿Que se entiende por progreso? ¿Qué es lo postmoderno, en nuestros pueblos pobres de Latinoamérica?. Pueblos que no les ha llegado ni un pedacito de la modernidad, donde la implosión de las estructuras sociales se han agravado con la inflación, la niñez abandonada , el Sida, la destrucción de los recursos naturales y donde morir a manos de la delincuencia o paramilitares es el reality show entretenido de los medios de comunicación.
Imágenes reales (y no realidad virtual), crueles , obvias, allí están y ninguna manipulación “inteligentemente” programada por las tiranías de los dueños de los medios de comunicación, puede cambiarla ,somos el sur y hemos aprendido de nuestras propias limitaciones.

TREN AL SUR

Nuestro sur planetario está conformado por países del mundo periférico comparado con los países ricos del norte, en este sur, es al que pertenecemos la mayoría de la humanidad que vive y muere también mayoritariamente.
Este es el sector de la humanidad llamado también emergente o en vías de desarrollo, es donde el arte y la política siempre solían ir de la mano. Una de las razones residía en la lucha por la dignidad contra el reparto injusto que el poder, se entreteje con la resistencia cultural. No se reconoce que en nuestras necesidades existenciales básicas están presentes nuevos valores propios que reemplacen la identidad ahogada por el norte.

Las dificultades empiezan cuando imaginamos alternativas y vemos cómo los problemas se deben más a nuestras debilidades, que la fuerza de nuestros explotadores. Cuando advertimos que ciertos artistas y dirigentes culturales han engordado gracias a su actitud de protesta y ya nada los diferencia a sus equivalentes del norte, convirtiéndose en políticos astutos y demagogos .
Por ello, muchos de nosotros sentimos que no estamos en ninguna parte, sobretodo cuando no se puede seguir apoyando ya acríticamente en nombre de la unidad , sobre todo cuando esa unidad contra el enemigo es una estratagema para establecer una nueva hegemonía, el de la mediocridad.

He sido testigo vivo, de cómo el mal olor de la politiquería sucia, disipó la fragancia de los cambios revolucionarios que impulsamos, ahora bien, no se trata de renunciar a los sueños , sino de resistir, con la esperanza de profundizarlos, contraatacando desde la periferia al poder omnipotente del norte y sus “yanaconas” nacionales. La condición es de no blanquear nuestras memorias, romper los silencios cómplices. No autocensurarse en nombre de cualquier razón acomodaticia.
También están los que saben, pero no hablan por la culpa de un falso sentimiento de solidaridad. Y los que nunca han realizado una obra o lo han hecho ocasionalmente y ahora controlan la burocracia de los trabajadores de la cultura, cuidando en primer lugar no perder su cargo, su ínfima cuota de poder.
¿Cuál es mi posición? ¿Qué he aprendido? ¿Cuál es mi política? Creo que es mejor estar escribiendo o pintando que dejar que el evangelio televisivo de la estupidez le chupe a uno el cerebro.
Escribir o pintar puede ser una mentira para algunos, pero es una mentira pequeñita en relación a la gran mentira de la politiquería barata. Peligrosa sobre todo cuando sólo apunta a políticas culturales que privilegian solo lo popular-nacional-generacional, bajo el paraguas del poder económico globalizador.

PODER

También en el campo del arte y la cultura póngase a un intelectual en la posición de poder y abusará de él, como cualquier hijo de vecino, sobran los ejemplos, al más puro estilo del ciudadano Kane y que todos hemos conocido.
El compromiso del artista con la ética no es cuestión de elección es parte de un ritmo que está en la respiración, porque forma parte de la creación. El buen arte y la literatura seguirán siendo políticos porque encarnan esa lucha incesante con la parte “resistencia” de nuestras conciencias y se expresa en esos códigos compartidos, por eso el arte es social.

Los lenguajes,(también los artísticos),son la memoria del poder reseñados en toda historia oficial y la memoria es el poder del dolor de nuestros pueblos empobrecidos.
El arte y la literatura que se proponga transformar la conciencia debe ocuparse de buscar los márgenes, orillarse, estirar los límites, por el contrario, la política recorre la línea recta al centro del poder que va del compromiso al contubernio y a la corrupción.
La naturaleza del hombre es bestial sangre por petróleo, parece ser el lema y la acción actual de una “democracia” como la norteamericana, que con un poder militar inmenso, mentiras y fuerza genocida, impone un nuevo orden económico mundial , pero la lucha por la decencia debe continuar, por nuestros sueños de liberación y los conflictos que ellos generen sabiendo que ningún logro es permanente, y que si permanecen como meta llegan a desvirtuarse. La vida de los creadores, consiste en caminar ausencias que provoquen metas actividades, por eso elaborar un relato ,pintar un cuadro ,es activar un sueño.

Siempre es necesario interrogarse frente a un espejo para perseguir, más bien para combatir el lado oscuro de la creatividad y sus tiranos interiores: la hipocresía , el miedo, los intereses creados, la falsa autocrítica, las ideas convencionales y esquemáticas, todas ellas forman parte de ese muro invisible que es necesario derribar para emprender la verdadera lucha por la libertad creadora.

Frente a la posibilidad de cambios profundos, también llamados revolucionarios ,no se trata solo de estar con ellos, sino ser revolucionario y ser revolucionario implica naturalmente ser libre o estar en la lucha por serlo. Poder subvertir la hegemonía, desmontar el imparable proceso de acumulación de capitales, sacudirse, luchar por la revolución y en contra de la politiquería demagógica.

Estética , ética y revolución son inseparables y nos abren los espacios para nuestra capacidad de soñar y crear utopías. Así como toda revolución es una empresa colectiva en el plano social , también es un proceso que debe verificarse en el interior de cada individuo.

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Con mi deuda de gratitud a:

Breyten Breytenbach, poeta y pintor sudafricano ,”Es importante asumir la responsabilidad del relato. La imaginación es política”

Roberto Matta Echauren, pintor y pensador chileno,” El arte es el deseo de lo que no existe y, a la vez el instrumento para realizar este deseo”

Rubén Albes, Profesor universitario brasileño,”..solamente cuando el pueblo sueña, asume la condición de sujeto de la historia.”